Libertad sin miedo
 
Dado que el trabajo dignifica al ser humano, no parece extraño que tanto la posibilidad de perder como la de no lograr un empleo genere un temible pavor entre las personas civilizadas. Es lógico, está en juego la dignidad y con ella sus fundamentos en forma de vehículo a motor, televisor e hipoteca. Pero, del mismo modo que el miedo es libre, la libertad, encandilada en esa pasión amorosa correspondida, ha de ser miedosa por fuerza, o no ser.
El pavor al desempleo llevó a miles de personas a una plaza del barrio bagdabí de Al-Kadimiya. Desde una furgoneta se anunciaban, a modo de campaña electoral, decenas, cientos y miles de puestos de trabajo. El miedo de cientos de personas desapareció de golpe en forma de deflagración de 220 kilos de explosivos en un ejemplar avance de las medidas de prevención de accidentes laborales: De un lado, 114 posibles empleados de entre los parados de Al-Kadimiya nunca sufrirán un rasguño físico ni psíquico en el puesto de trabajo; de otro, qué fallo en la seguridad laboral puede afectar al que resistió, uno por uno, a los doscientos veinte kilos de explosivo.
La errónea ubicación de la escena de Al-Kadimiya en un país donde las víctimas rara vez alcanzan la heroicidad puede generar dudas sobre la naturaleza heroica de los 114 luchadores por la seguridad en el empleo, pero quedan disipadas (las dudas, claro), al conocer el nombre de la multinacional autora del espeluznante avance laboral: Al-Qaeda, o alguna de sus marcas registradas.
En tiempos remotos de hace más de cuatro años, los héroes se forjaban en viajes a Ítaca o al fondo del Rhin, luchaban con leones de siete cabezas, respondían enigmas indescifrables o viajaban al mar de la serenidad. Los avances de la balística y la democracia nos permiten, con esfuerzos mínimos pero no menores sacrificios y sin atender a méritos curriculares, convertirnos en héroes por tareas tan simples como estar en el lugar erróneo en el momento equivocado y quedar reducidos a pedazos; a pequeños pedazos sin vida.
“Las víctimas del terrorismo, un ejemplo a seguir” titulaba recientemente un periódico gratuito de Chamberí simpatizante de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Ejemplo a seguir, ¿en qué sentido? Si un muerto está muerto, como su propio nombre indica, parece complicado que pueda sentir miedo, y si su miedo no existe, tampoco será libre. ¡Qué jodido parece ser libre cuando no tienes miedo!
Carlos Plusvalías.
 
 
Impresiones de un señor de derechas
jueves 15 de septiembre de 2005